Duración: 90 minutos minutos.
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Autor: Friedrich Dürrermant Director: Juan Expósito Versión: Juan Expósito Elenco: Ana Didoelisa Avelino RodrÃguez Aurelie Bezu Monolo Cejudo Luis Alonso Aurelio Ramiro Luis Barreiro Patricia Alcañiz Belén Llobet Pilar Sánchez Noe Rubio Juan Pablo Almansa Diseño de luces: John Doe Técnico de luces y sonido: John Doe Atrezzo y vestuario: ELDP Asistente de dirección: Ana Didoelisa, Patricia Alcañiz & Avelino RodrÃguez
Una producción de El ladrón de patinetes
Sinopsis:
La visita de la vieja dama dibuja con trazo grueso pero óptica profunda a un pueblo inmerso en una fuerte crisis económica, y casi de identidad, hasta que llega una señora que cambia sus vidas y pone a todos los ciudadanos en un fuerte dilema moral. Esta obra narra de una manera tragicómica la condición más materialista del ser humano. Una obra para reÃr, para sentir, para entristecerse pero, sobre todo, para ver reflejadas todas las miserias en un espejo crudo y real.
Acerca de la obra:
Friedrich Dürrermant es un dramaturgo, pintor, ensayista, novelista y guionista de radio y televisión tremendamente conocido, no sólo en su Suiza natal, sino en paÃses como Alemania o, en distinta medida, en Estados Unidas. Fue gracias a obras como La visita de la vieja dama (publicada en 1955) por la que Dürrermant se encumbró; un texto que en Suiza se estudia como si en España fuese algo asà como El Quijote. En España, sin embargo, su fama esta reducida a minoritarios cÃrculos teatrales o literarios.
Acabé de leer La visita de la vieja dama en Sicilia. Lo recuerdo bien. En la tierra de El Padrino me acabé de enamorar de este texto porque, al igual que la sublima trilogÃa de Coppola, este texto habla de nada más y nada menos que de La Vida… y, concretamente, de eso tan arcano y a la vez tan fútil como es el precio de la moral.
Las grandes obras de teatro… las más grandes que haya podido leer en mi vida (y os aseguro que no son pocas) tienen algo en común: parecen haber estado escritas en cualquier momento y en cualquier lugar… No parecen pertenecer a un paÃs concreto ni a una época en particular. Sirven para cualquier década, siglo, continente, región, provincia… son pues universales e inmarcesibles… Eso sólo tiene un nombre: Gran literatura.
Desde El ladrón de patinetes hemos querido representar la obra en un código ambiguo, como creemos que es el texto original. Por un lado querÃamos representar de manera nihilista y naif un pueblo en plena crisis social, cultural y económico… perdiendo, incluso, su propia identidad. De esta manera, dentro de la versión del texto, hemos pretendido que no haya contextualización ninguna de lugar ni época, para subrayar esa universalidad de la trama. Por otro lado, hemos tenido la intención de agrandar lo tragicómico de la obra… los momentos más absurdos, los más siniestros y los más crudos…
Esta obra es un espejo en el alma… que refleja, quizá, lo más amoral, mezquino y cicatero del ser humano.