Reparto:
AsÃs Taboada:MarÃa Adánez
Diego Pacheco: José Manuel Poga
Gabriel Pardo: Chema León
Duquesa de Sahagún: Pepa Rus
Equipo ArtÃstico:
Diseño Gráfico: Arteaga & San José.
FotografÃa: Luis Malibrán.
CoreografÃa: Marta Gómez.
Vestuario: Almudena Rodriguez.
Música: Luis Miguel Cobo
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
EscenografÃa: Mónica Boromello
Versión: Pedro VÃllora
Autor: Emilia Pardo Bazán
Dirección:Luis Luque.
Con Insolación, Emilia Pardo Bazán no solo escribió una fenomenal historia de amor, sino una acendrada defensa del derecho a elegir de las mujeres. Lo hace en la persona de Francisca de AsÃs Taboada, marquesa viuda de Andrade, gallega como la propia autora y afincada en un Madrid de final de siglo donde las tradiciones y el conservadurismo de la aristocracia y la alta burguesÃa generan un clima asfixiante que constriñe los deseos e ilusiones de una dama todavÃa joven y atractiva que, de repente, asumirá la capacidad de pensar y decidir por su cuenta.
En los apenas seis dÃas que dura la acción, AsÃs conoce a Diego Pacheco, un muchacho de buena sociedad con fama de conquistador, se deja requebrar por él más allá de lo aceptable, se plantea lo incorrecto de su proceder, se dispone a abandonar un comportamiento inconveniente regresando a su apacible y querida Galicia, y finalmente decide dejar de plegarse a la moral sexual de su entorno y no ya entregarse sin miedo al placer, sino capitanear la relación admitiendo que uno debe intentar ser protagonista de su propia historia.
AsÃs Taboada habita un entorno aparentemente ilustrado, donde la gente se reúne en salones y tertulias para departir, pero en el que aún no ha calado a fondo la idea de la igualdad entre hombres y mujeres. Asà ocurre con el tercer vértice del triángulo, Gabriel Pardo, hombre culto y reflexivo, aspirante a obtener en un futuro la mano de la marquesa, y sorprendido por la rapidez con que AsÃs desarrolla su desenvoltura. Es una manera masculina de negar los propios prejuicios pero al final quedar en evidencia.
Esa apuesta por la evolución personal y la transformación entera de un modelo de vida es uno de los elementos más destacados de Insolación. Para Marina Mayoral, "la libertad, la independencia de la mujer, parece decirnos la autora, han de ganársela las mujeres por su cuenta, porque el hombre mejor intencionado, a la hora de la verdad, reacciona como el más convencional y obediente defensor de unas normas que, en definitiva, les favorecen a ellos". Pero al mismo tiempo fue el motivo por el que la novela supuso en gran escándalo en el momento de su publicación.
El escándalo de Insolación
Como ocurriese con muchas otras de sus obras, Insolación fue considerada pornográfica por parte de la crÃtica. Emilio Bobadilla (Fray Candil), llegó a escribir que "una señora, lo que se llama una señora, no una disfrazada de señora -¡hay tantas que a la postre resultan unas tÃas!- no admite de buenas a primeras, y con ocasión de ir a la iglesia, la invitación de un hombre casi desconocido a una romerÃa donde menudean los navajazos y las borracheras. ¿Qué amor religioso es ese que prefiere la juerga al rezo?".
No más indulgente se muestra un escritor rival, José MarÃa de Pereda, contraponiendo la marquesa de Andrade a la que él mismo retrató en La Montálvez: "Debo suponer yo que está mejor estudiada del natural, y por propia observación, la otra marquesa, la de usted, la que se va de buenas a primeras con un galán, a quien sólo conoce por haberle saludado la noche anterior en una tertulia, a la romerÃa de San Isidro; y allà se mete con él en figones y merenderos, se emborracha, etc., etc., hasta volver ambos ahÃtos y saciados de todo lo imaginable, para continuar amancebados a la vista del lector, con minuciosos pormenores sobre su manera de pecar. ¿Lo cree asà la señora Pardo? ¿Cree que esta marquesa es más humana y verosÃmil que la mÃa? Santo y bueno; pero conste, en tal caso, que no he sido yo el que más ha agraviado a la clase social a la que ambas pertenecen, y que si he pecado al pintar a la Montálvez, ha sido por carta de menos, que siempre es de agradecer."
Para Carmen Bravo Villasante, "lo que desconcierta al lector de la época es que en Insolación la Pardo Bazán escribe con una sinceridad tremenda, desde su punto de vista de mujer, y lo mismo que RosalÃa expresó como poeta lo que sintió como mujer, ahora la Pardo expresa como novelista estos sentimientos femeninos que nadie se hubiera atrevido a manifestar. AsÃ, es nuevo, desusado oÃr a una dama decir qué hermosas son las piernas masculinas".
Con sentido del humor, Carmen Bravo pone el ejemplo de "un caballero presuroso" que "entra en el Casino de la Amistad, de Marineda, con las manos en la cabeza", y exclama: "¡Qué escándalo, Dios mÃo! ¡Qué escándalo! Insolación y Morriña en el escaparate de la LibrerÃa Central".
Lo autobiográfico de Insolación
Insolación está dedicada a José Lázaro Galdiano. Mientras mantenÃa una relación semiclandestina con Benito Pérez Galdós, Emilia Pardo Bazán conoció al célebre periodista y coleccionista durante la Exposición Universal de Barcelona de 1888, y tuvo con él un breve romance que confesarÃa a Galdós en una carta: "Mi infidelidad material no data de Oporto, sino de Barcelona, en los últimos dÃas del mes de marzo –tres después de tu marcha".
La carta continúa asÃ: "Perdona mi brutal franqueza. La hace más brutal el llegar tarde. Y no tener color de lealtad. Nada diré para excusarme, y sólo a tÃtulo de explicación te diré que no me resolvÃa a perder tu cariño confesando un error momentáneo de los sentidos fruto de circunstancias imprevistas. Eras mi felicidad y tuve miedo a quedarme sin ella. CreÃa yo que aquello serÃa para los dos culpables igualmente transitorio y accidental. Me equivoqué: me encontré seguida, apasionadamente querida, y contagiada. Solo entonces me pareció que existÃa problema: solo entonces empecé a dejarme llevar hacia donde –al parecer- me solicitaban fuerzas mayores, creyendo que allà llenaba yo mayor vacÃo y hacÃa mayor felicidad. Perdóname el agravio y el error, porque he visto que te hice mucho daño; a ti, que solo mereces rosas y bienes, y que eres digno del amor de la misma Santa Teresa que resucitase".
Publicada en 1889, Insolación ha sido vista en numerosas ocasiones como una trasposición de la pasión que un año antes habÃa tenido la autora con Lázaro, semejante a la que describe entre AsÃs y Pacheco. Aunque Ermitas Penas Varela ha mostrado que la novela se habÃa empezado a escribir antes de que este conocimiento se produjese, ha estudiado las variantes del texto y las galeradas concluyendo que los cambios en la redacción de la novela sà reflejan lo sucedido entre ambos escritores en la vida real: "Esta experiencia, error de los sentidos, pero al fin vivida apasionadamente como escribÃa doña Emilia a Galdós, podrÃan orientar bastantes de las numerosas enmiendas de las galeradas.