
Porque salimos de casa mirando al suelo, no vemos que tenemos siempre cielos nuevos. Paisajes de algodón cambiantes, únicos, etéreos. Si nos detenemos, veremos a Violeta, una nube alta, flaca y coqueta, o a Gastón grande, gris y barrigón. Nubes como emociones enjauladas en nuestro corazón. Nubes alegres, amarillas de Sol, otras asustadas con el miedo de la luz apagada. Cada una con su nombre, su color, su emoción. Allí arriba viven los habitantes de Algodón.