En el siglo XX la relación entre el teatro y la discapacidad era casi exclusivamente terapéutica, pero no como un hecho artístico con un fin escénico o con una pretensión de ser mostrable con un mínimo de calidad. Sin embargo, nos ayuda a entender, claramente, como el teatro o la interpretación no tiene sólo como requerimiento una disposición muy física, atlética o con unas condiciones cognitivas normativas. El teatro se puede adaptar a las características o requerimientos de todas las personas. Ya, por ejemplo, John Langdon Haydon Down (médico británico del siglo XIX y que dio nombre al concepto Síndrome de Down), usaba el teatro con manera, no sólo terapéutica, sino de crecimiento personal de los chicos y chicas que trataba.
La inclusión es para la Sala Tarambana y para Formación Tarambana un reto continuo que queremos que siga creciendo. Y queremos hacerlo de una manera que no sea condescendiente ni paternalista. Ni tan siquiera desde la bonhomía; lo queremos hacer desde la obligación social.
El teatro es un arte que se nutre de la vida para luego elevarla a un hecho artístico, y la vida está llena de gente diversa; por tanto, queremos incluir a gente con discapacidad porque es lo que el teatro debe de hacer para contar la vida mejor o de manera más afinada.
Con lo cual es obligación del Teatro, de las salas y de las escuelas abrazar la inclusión con una lógica normalidad.
Y para conseguir esto debemos de entender que es un proceso diario y que siempre hay algo que hacer. Lo cierto es que si de pedagogía teatral llevamos poco más de 100 años (dentro de los casi 3000 años que tiene el teatro más o menos como lo conocemos), en pedagogía de “Teatro y discapacidad” llevamos muchísimo menos. Por esta razón, estamos en continuo aprendizaje.
Cada vez hay más teatro inclusivo, cada vez se habla más de ello gracias a festivales, grupos de teatro y concienciación de la realidad y la normalidad. No obstante, hay que seguir trabajando. Frases como “no tengo nada contra ellos, pero no me siento cómodo en ese entorno”, “en un principio me producen rechazo” o “¿cómo van a transmitir emociones en un escenario?” son frases comúnmente escuchadas.
Por eso, hay que seguir dando pasos para entender que el teatro, como la vida, necesita abrazar de la diversidad por un bien, no solo social, sino artístico.





